miércoles, 30 de octubre de 2013
Anticredo
No creo en los hombres todopoderosos, pero tampoco en que nada lo pueden.
No creo en el dios de madera, sino en el carpintero.
No creo en el fasto ni en el dominio propio, sino en el que llora y en el que siembra.
No creo en las más recientes investigaciones, sino en el viento del este.
No creo en el escéptico, sino en el que no sabe a ciencia cierta.
No creo en el progreso ni en el PIB, porque no hay pruebas de que existan.
No creo en los Nostradamus que alertan. Creo en los que corren en auxilio.
No creo en el crítico, sino en el que crea.
No creo en el libro de texto, pero sí en las preguntas.
No creo en los fariseos que se purifican las manos, sino en los Tomases que creen con ellas.
No creo en los padres, sino en los reyes magos de los niños.
No creo en el pavo inductivista, excepto en la víspera de Navidad.
No creo en los dioses de pergamino, de puño y letra, sino en los de túnica sin costura.
No creo que me pidas los ojos, la razón, la diablura,
sino la semilla de mostaza,
el pábilo que humea en mis dudas.
©Pequod
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